En pocas palabras, la Teoría de la Relatividad
introdujo dos conceptos clave: el primero es el del espacio-tiempo, y el segundo es el de la relatividad. En primer lugar, Einstein
afirmó que toda masa deforma el espacio tiempo a su alrededor (por ponerte un
ejemplo, imagina que extiendes una sábana a una cierta altura del suelo y que
pones una bola en la superficie: evidentemente, por el peso de la bola la sábana
se curvará hacia abajo). Einstein afirmó que la luz, por ejemplo, avanza
siempre hacia delante y siguiendo el espacio-tiempo. Cuando la luz se acerca a
un cuerpo que curva el espacio-tiempo, sigue la curvatura (¡es como si fuese un
coche que viaja por carreteras siguiendo las curvas!). Los astrónomos
comprobaron esta teoría cuando, durante un eclipse de Sol, observaron que
podían ver una estrella en una posición que no la correspondía en realidad; la
estrella se encontraba un poco más hacia la derecha, pero por la curvatura
creada en el espacio-tiempo por el Sol, la percibíamos como si estuviera
situada más hacia la izquierda. Es un poco complicado, pero mediante esta
teoría pudo predecir la presencia de los agujeros negros: cuerpos que tienen
tal peso que crean una curvatura casi infinita en el espacio-tiempo, es decir,
la luz no puede escapar a su gravedad.
El segundo concepto es la relatividad del tiempo: si antes considerábamos el tiempo como algo omnipresente e intocable.

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